El Gato Negro - Café, especias y mucha mística

Desde hace ya un tiempo largo que conozco este Bar, y creo que en 10 años de visitarlo, siempre estuvo igual. Es de esos lugares que me remiten a cuando empecé a estudiar, siempre lo busqué por esos cafés fuertes, aromas a especias y por esos mozos de los de antes. Hay uno en especial que nose si me recordará, pero yo si a él. No mucha gente te regala cosas en la vida, pero él, me regalo un café en un momento clave.
Entrando por una puerta menuda pero ágil, te espera un lugar con mucho olor a Buenos Aires. La gente, los colores, la energía que le ponen a las conversaciones. Veras por las paredes una cantidad de estantes antiguos y vidriados llenos de latas con gatos negros, un recorrido visual alucinantes. Siempre me pregunté si estarían llenos o vacíos.
El circuito dentro del bar consta de una primera planta llena de madera por todos lados, paredes, muebles, mesas, sillas, y termina en una escalera rechinante con muchos escalones (techos altos). Cuando vas subiendo, enseguida te encontraras con un telón bordo que te abre al primer piso, mucho más amplio que la planta baja y con más mesas. Muchedumbre de un sábado por la tarde, no apta para cardíacos.
Cuando te sentás, te dan ganas de pedir algo raro, algo de todo eso que estás oliendo. El gato Negro se caracteriza por tener una cantidad de opciones de cafés exóticos y artesanales, que valen la pena la espera de ese bendito mozo que te mira pero no se acerca. Se paciente que después de todo, las cosas llegan a temperatura justa.
El lugar está lleno de gente del espectáculo (Estamos cerca de los teatros más grandes de la Capital Federal). ¿Lo conozco, no lo conozco, mi vieja lo conocerá? Y así sigue el recorrido visual por la gente que está sentada.
Hace 8 años atrás, cuando todavía era una estudiante, me sentía un poco fuera de lugar por el promedio de edad que concurría, pero con el pasar de los años, fueron acrecentándose las visitas de juventudes alocadas. Se escucha por el fondo - ¡Che, que buen lugar! - , el mesero mirando de reojo con esa mirada que la sentis aunque estes de espalda, suspira largo y tendido. ¿Cuántas veces uno habla en stereo y no se da cuenta? Yo, miles.
Recuerdo esas rutinas de stress, café, Paco de Lucía en el Ipod y un tostado grandioso salvador de famélicos. Esperemos retener toda esta información que estoy leyendo, pensaba al tercer café de esos sabados/domingos de estudio furiosos.
El Gato Negro, con muchedumbre o no, me dió los cafes despertadores de neuronas más ricos de mi vida de estudiante, y por ello hoy sigo yendo. Es un lugar que me resulta familiar, cómodo, amable y súper diversificado en clientela. Se pueden escuchar conversaciones de todo tipo y tonos. A la vista es lindo, dan ganas de entrar, es un mundo de sensaciones en café y especias.
Si no fuiste nunca, te perdés de una reliquia de la vieja Buenos Aires con un gusto y color porteño. A veces me imagino que por la puerta entran Olmedo y Porcel, y pienso, si estuviesen en este mundo, estarían en la mesa de al lado.
Dirección del Bar: Corrientes 1669, Ciudad de Buenos Aires.